ANNEMARIE Heinrich

LA LENTE DE ANNEMARIE

Hoy se cumplen veinte años de la partida de Annemarie Heinrich y recordamos la importancia de su obra fotográfica vinculada al cine argentino.

Su padre había sido el concertino (primer violín) en la Ópera de Berlín hasta que, como consecuencias de la Primera Guerra Mundial, decidió emigrar a nuestro país en 1926. Así lo relataba Alicia Sanguinetti, hija de Annemarie y nieta del violinista: “mi abuelo durante la Primera Guerra Mundial fue herido en el brazo y tuvo que dejar la profesión. Se dedicó entonces a otros trabajos. Pero cuando vio que se avecinaba otra guerra, dijo ‘una más, no’. Cerró con llave la puerta de la casa y su fábrica de bicicletas, y tomó el primer barco con su familia”. De forma autodidacta, y con la ayuda del tío, Annemarie aprendió sus primeras lecciones de fotografía y abrió su primer estudio fotográfico en 1930.

El inicio de su trabajo estuvo marcado por haber sido retratista de grandes figuras del espectáculo tanto en cine como teatro, radio y fotonovela. En los medios gráficos se destacan sus fotografías publicadas en las tapas de revistas especializadas tales como Antena, Sintonía y Radiolandia. Hizo del retrato y del desnudo un arte, considerada probablemente como una de las primeras en tratar a la fotografía como arte en la Argentina.

Leé la crítica completa haciendo click en la siguiente imagen:

Gran parte de su colección fue donada al Museo del Cine, ubicado en el barrio porteño de La Boca. Aunque sus fotografías también forman parte de la colección permanente de los museos Nacional de Bellas Artes, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y del Museo Mundial de Tango. Su estudio ubicado en Callao y Las Heras, continúa en mano de sus hijos, Alicia y Ricardo. Sus fotos pasaron a ser un testimonio vivo de uno de los berretines porteños: el cine y sus estrellas.

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