OBITUARIO EN RECUERDO DE HÉCTOR OSCAR ARRESE IGOR (1970-2020)
“Qué tragedia me acabo de enterar” decía el breve pero inolvidable parlamento de la cantante Angelita Pardo, una amorosa vecina que buscaba a su amiga en Esperando la carroza. Solo 30 segundos bastaban para entender esa amistad de añares.
Héctor fue una de esas personas que aparecen y mágicamente te abren la cabeza sellando rumbos en los caminos de la vida. Fue mi profesor de filosofía desde los 14 años y a lo largo del secundario. Luego un amigo y consultor filosófico durante todo mi paso por la universidad. Hablaba 5 idiomas y era amante del cine al igual que nuestra bibliotecaria, Daniela, con quien teníamos memorables charlas de recreos completos analizando y criticando películas, pasando de la música a la filosofía. Él me recomendaba libros y películas, hasta me hablaba de ciudades que al momento ninguno de los dos conocíamos, pero que con su gran conocimiento y forma de narrar te hacía viajar en unos minutos con lujo de detalles.
Recuerdo el día que llevé la cámara fotográfica a la escuela especialmente porque lo despedíamos. Era su última clase antes de partir a Alemania como becario doctoral del DAAD (Servicio Alemán de Intercambio Académico). Eso le permitió estudiar en la Universidad de Halle-Wittenberg, así como llegar a ser becario postdoctoral en la Universidad de Heidelberg. Héctor nos enseñó a cuestionar, a reflexionar, a pensar. Al igual que lo hacía con todo aquel que se cruzaba por su camino, citando a Platón o Aristóteles. La prueba está en sus numerosas publicaciones profesionales sobre ética y filosofía política, en especial en el ámbito del idealismo alemán y del neokantismo de Marburg, la problemática de la autoconciencia y el reconocimiento, la teoría del Estado, el derecho a la existencia, el derecho internacional y cosmopolita y la autonomía moral.
Afortunadamente me quedan tantos bellos recuerdos de clases, caminatas, funciones y cientos de anécdotas de nuestra relación epistolar. Fue el único profesor que siempre asistió a todos los conciertos, proyecciones, funciones de teatro y ópera que hice. Y cuando no podía venir, me decía con precisión el motivo de su ausencia porque era una persona muy ocupada. Muchos años después trabajamos juntos, cada uno en su área para Ser Griegos y hasta llegamos a ser vecinos, aunque nunca supimos en dónde vivía cada uno.
Profesor Titular de Filosofía Social en la UNLP, Profesor de Filosofía de los Siglos XIX y XX en la Universidad Pedagógica Nacional e Investigador Adjunto del CONICET. Era un erudito, con la humildad de un sabio. Llegó a cumplir su sueño de conocer la tumba de Nietzsche en Alemania, país que lo invitó en reiteradas oportunidades para brindar su conocimiento en clases y congresos, incluso hasta febrero de este año.
El Pequeño Larousse de mi bisabuelo fechado en julio de 1944 dice sobre la filosofía: “elevación de ánimo, resignación que nos hace superiores a todas las contrariedades de la vida”. Qué paradoja y cuántas preguntas por responder. En esta era globalizada y de la hiperconectividad, ni sus propios familiares pudieron despedirlo. “¿A dónde está mi amiga?” seguía el texto de ese guion y hoy, fuera de la ficción, me pregunto lo mismo que ella. Al final del día no queda otra opción más que aceptar esta desgracia con filosofía. Seguramente los célebres griegos y germanos lo estarán recibiendo con un himation en la mano para seguir filosofando.
Gracias profe, se lo va a extrañar!
Nicolás Isasi